SUBJETIVIDAD MEDIÁTICA
(Anexo) Docente: María del Carmen Barcia
En Comunicación II, expuse 3
teorías respecto de los procesos de comunicación masiva. Una correspondía a los
pensadores críticos, que denunciaban
algunas características nefastas en este tipo de comunicación (como los
integrantes de la
Escuela Crítica de Frankfurt, Horkheimer y Adorno) o los que adhieren a la Teoría Hipodérmica.
Los funcionalistas, que
consideraban a los medios masivos como funcionales a la audiencia. ( p..ej: Mc. Luhan, Harold Laswell y WILBUR SCHRAMM en la faz positiva), quienes
hablaban de la funcionalidad o disfuncionalidad, según cómo se encarara la
información (CHARLES WRIGHT); y por
último, a quienes ocupaban un lugar
intermedio entre ambas posturas, como el
semiólogo itaaliano Umberto Eco, autor
de un libro que resume su pensamiento: “Apocalípticos e integrados”.
Como fuera, todos aquellos que nacimos
a fines de la primera mitad del siglo pasado -en la era del moldeado -,
participamos de instituciones de socialización completamente diferentes de las
actuales. Quienes se dediquen a la docencia, sabrán a qué me refiero.
Foucault, en su libro “Vigilar
y castigar”, investigó sobre el PODER. El poder y su relación con el saber,
que desde los inicios de la modernidad, se fue expresando en espacios
determinados, territorios institucionales definidos, “locus” de aislamiento, de
reclusión, o de normalización. Se trata del DISCIPLINAMIENTO.
Así, el poder médico se manifestaba
en el hospital (sano/enfermo) y en
el manicomio (con su clasificación cuerdo/loco). El saber académico
localizaba en la institución educativa, en un inicio como patrimonio de unos
pocos; luego, con la democratización tanto de las formas políticas como de la
universalización de la educación, en la escuela; que surge como modelo de normalización,
de moldeado. La cárcel reservada al
que transgredía la ley, al anómico, a aquél que no entraba en la normativa
social. El cuartel normalizaba en la
disciplina jerárquica, la defensa del sistema. La fábrica, producto de la era industrial, destinada a la producción. Todo
esto funcionó con la lógica panóptica (ver “El
panóptico”, de Jeremy Bentham); o sea: alguien que sabía, tenía el poder de vigilar, desde un
dispositivo que le permitía ejercer esa vigilancia. Todas las instituciones
servían al PODER (el económico).
Seguimos considerando, de modo
inercial, las instituciones familia-escuela-sociedad como los ámbitos naturales
de socialización del sujeto humano, en su carácter de socialización primaria,
secundaria o terciaria.
Los procesos psíquicos más
primarios, la identificación y la proyección, tienen lugar en la lógica de los
límites, los territorios. El adentro/afuera,
esa dicotomía que claramente diferenciaba los contenidos de la psiquis del
sujeto de su entorno, fue modificando su estatuto a través del tiempo; hoy
nadie pone en cuestión que somos las instituciones que nos habitan, que
nos atraviesan por haber atravesado por ellas. Esto quiere decir que
las instituciones que nos preceden históricamente, dejan su huella, en alguna
manera, cuando nos expresamos, algo de ellas se expresa a través nuestro.
El adentro/afuera surgió – entre
otras cosas- a través de la tecnología de la palabra escrita: un espacio
exterior (el libro) y un espacio interior (la psiquis del lector).
El concepto representacionalista del conocimiento es
deudor de esta manera de experimentar el mundo que conocimos.
Con el
advenimiento de las tecnologías de comunicación e información (TICs),
se da un fenómeno que altera la percepción de la realidad: el tiempo y el espacio, tal como lo hemos
conocido, se ha modificado. Las tecnologías informáticas y comunicacionales de
la era digital, no sólo permiten la transmisión global (desterritorializa,
atraviesa sin límites todos los espacios de conexión), sino que habilita el tiempo real, simultáneo.
La caída de los grandes relatos (el
endiosamiento de la razón de la era iluminista, con la jerarquía de la ciencia
y su consecuencia, las técnicas; la linealidad del progreso como forma de
lograr la felicidad humana, entre otros) da lugar al advenimiento del
pensamiento complejo: a eso contribuyen la Teoría de los Sistemas, la
Cibernética de 1° y 2° orden, la ligüística,
y, más cercanamente, la física cuántica y la teoría del caos.
La complejidad es un concepto dinámico e
interactivo, que nos desafía a abandonar la idea totalizadora, la creencia de
total distancia objetiva para abarcar el conocimiento del universo y nos obliga
a ajustar
los parámetros de visualización y visibilización (como dice Denise Najmanovich)
con un estilo de indagación multidimensional, multiperspectivo.
Foucault hablaba de moldeado:
(las instituciones de la modernidad estaban destinadas a preparar al sujeto
para los distintos lugares que la sociedad tenía destinado para ellos: lo instituido (dejando de lado focalizar
sobre las posibilidades individuales de realización, que se manifiestan en el
acto creativo individual, la posibilidad imaginante del ser humano: lo instituyente).
Deleuze retoma a Foucault, y va a desarrollar la idea de modulación: instituciones más laxas,
donde el control es ejercido
sutilmente, hasta llegar a un autocontrol,
donde el sujeto, ciudadano o individuo, presta su cuerpo para que este
proceso tenga lugar. Por ejemplo: las tarjetas magnéticas que nos permiten
entrar y salir de las empresas, los cajeros automáticos, etc. Estamos acá frente al concepto de CONTROL.
La sociedad global se entiende, así, como un proceso,
no como un lugar.
El concepto de flujo es propio de las sociedades
de control, donde las nociones de tiempo y espacio, y sus respectivas
materialidades, han dejado de tener un sentido como lo hemos conocido.
La crisis de la educación es a la
vez, la crisis de los espacios áulicos, los contenidos y la autoridad del
docente. Frente a los cambios de
paradigma, sostenemos instituciones educativas con la lógica del encierro y el
disciplinamiento, mientras la generación de educandos se maneja con la lógica
de las tecnologías de información y comunicación: llevan iPods, Mp4, teléfonos
móviles al aula, o sea, participan de los flujos comunicacionales, sin
tener ni ellos ni sus padres, ni sus maestros, una mirada crítica y reflexiva
acerca de los gadgets y de los
peligros (además de los beneficios) que las nuevas tecnologías encierran.
Un libro de muy fácil lectura, “Conectados
al vacío”, de Sergio Sinay [1], expone
la soledad colectiva en la sociedad virtual, donde hay un cambio de conducta
que convierte al ciudadano en consumidor, ávido de tener la última versión de
una tecno, que lejos de comunicarlo,
en el sentido de interrelacionarse con otro,
sólo lo conecta. Hay hiperconectividad
y pobre comunicación.
La conexión instantánea en detrimento de la presencia activa, puede ser de importancia para ligarnos a
personas que estén físicamente en espacios lejanos, pero la tecnología ha
convertido al sujeto en objeto, en un medio
de difusión de la misma tecnología, que con la falsa promesa de servir al ser
humano, le evita la búsqueda de trascendencia, propia del sentido de la vida.
La frase de Mc. Luhan “el
medio es el mensaje”, sintetiza este concepto.
No son pocos quienes relacionan
problemáticas nuevas con los mass-media.
Hay trastornos en la forma en que
se perciben los objetos del mundo, que se están generalizando en el ámbito
educativo.
El SINDROME DE DEFICIENCIA DE ATENCION es propio de los niños en edad
escolar en la actualidad.
Pese a las advertencias de las Asociaciones cardiológicas,
los laboratorios venden indiscriminadamente ritalina, que es recetada
–también indiscriminadamente- a chicos que demandan afecto y atención a padres
que firmaron su membresía a una sociedad tentada por el consumo. Por otro lado,
la estadística de niños pequeños que manejan teléfonos celulares es alarmante. Cuando
decimos que en la era mediática “CONSUMIMOS
CONSUMO”, estamos expresando que se pone en marcha una rueda que involucra
múltiples actores industriales: TICs, farmacéutica, aparatología diagnóstica,
etc, etc.
ANIBAL FORD, uno de los más importantes investigadores
argentinos en Comunicación, explica el descontrol que provoca en las aulas
públicas o privadas el uso disfuncional de las nuevas tecnologías[2].
Los cambios en la prosexia
(hipoprosexia, fugacidad de la atención, etc), más otras situaciones que se dan
en el ámbito educativo; como pérdida de la autoridad del docente, agresividad
de alumnos y padres, falta de comprensión (déficit de la cognición del
educando), adelantamiento de los modelos sexuales), son, entre otros, algunas
de las realidades que van de la mano de los adelantos tecnológicos que apuntan
a nichos consumistas cada vez más
jóvenes.
Si a esto sumamos la creación de
planetas virtuales en la red, como Second Life, espacio donde el
usuario crea un alter ego y puede
acceder a un espacio virtual por el que pagará 9,95 dólares más un impuesto por
la parcela ocupada (lugar donde se realizan operaciones de marketing), podemos
ver que la tecnología, que avanza con la promesa de hacer la vida del ser
humano más útil, en realidad está aislando cada vez más al sujeto en el ámbito
de su individualidad, a la vez que alienta una suerte de disociación
esquizoide, como explica JOHN SULER, catedrático
de psicología de la Universidad de Rider,
EEUU.
Como dice un especialista catalán,
Joan Torres i Prat[3], “los
hijos de la neotecnología no son sujetos, son usuarios, son consumidores, son
miembros”. No tienen identidades
reales ni nombres, sino nicknames y passwords. Al entrar a la red social, el chat, se eximen
del factor ético que conlleva toda interacción humana, donde el otro, lejos de
ser una finalidad en el circuito de la comunicación, es un vehículo de
circulación y transmisión de tecnología, tanto como él mismo.
Por mencionar una realidad vivida
en EEUU hace poco tiempo: la adicción a la tecnología hizo que cientos de
jóvenes se apostaran en los locales de ventas de Apple la noche anterior a
salida del último modelo de iPod, a la espera que abrieran para ser los
primeros en comprarlo, aunque el próximo modelo, que seguramente saldrá a la
brevedad, deje un cúmulo de chatarra inútil contaminando la Tierra. TENER vs.
SER, ésa es la actual oposición al SER o no SER shakesperiano.
Como militantes sociales, es
nuestra obligación desarrollar una mirada crítica a nuestra cotidianidad, donde
la tecnología se ha convertido en nuestro entorno más cercano, y –por lo tanto-
velado por la naturalización que esta cercanía produce.
Todo avance tecnológico, si no está
al servicio del hombre, puede convertirse –mediante una retórica adecuada- en
la excusa para su utilización.
Pensemos en las ganancias enormes
de la industria armamentística, que
justifica su escalada con peligros reales, construidos o supuestos; las
consecuencias de la degradación del hábitat planetario, a partir de la
acumulación de tóxicos de la obsolescencia tecnológica, la poca consciencia en
el derroche del agua en un mundo en vías a la desertización, la tala
indiscriminada que contribuye al calentamiento global, etc.
Para pensarlo.
María del Carmen Barcia
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